QUERER ES PODER

El aire empezaba a oler a primavera cuando la vi en la terraza de la cafetería de mi barrio, sentada frente a mí.
_¡ Paula! ¿Cómo estás?
No hacía falta que me respondiera, se la veía estupenda. La escuché sin pestañear, mientras me contaba cómo había cambiado su vida desde que se fue.
_ Trabajamos media jornada, Juan y yo, y cómo se nota. Más tiempo libre para los dos y para los niños. Sabes cuánto me gustaba la música, y a Juan la pintura. Ahora tenemos tiempo para ir a una academia. Y nuestra hija mayor, como muchos de sus compañeros, se está preparando para trabajar en empresas de ocio.
Estuvimos comentando cómo con la mecanización se pudo pensar que los trabajadores tendrían más tiempo libre, y no fue así. Y lo mismo después, con la incorporación de la mujer al mundo laboral.
_ No mejoró nuestra calidad de vida, al contrario. Nos hicimos más consumistas y más esclavos.
Pero ahora, en su nuevo destino, todo había cambiado.
_ ¡Prácticamente no existe el paro en nuestra región! Trabajamos menos horas, pero trabajamos todos. Es cierto que consumimos menos, pero también que son más los que pueden consumir.
Yo no salía de mi asombro, mientras me comentaba la creación de fábricas de coches no contaminantes, y la transformación de la ciudad adaptándola a un nuevo transporte público; la restauración de las viviendas para hacerlas más ecológicas…No paraba de hablar: y del nuevo sistema financiero, un concepto nuevo de banco, y de empresa. Era un torrente de entusiasmo.
_ ¿Pero eso es posible?
_¡Claro! Basta con querer.
_ ¿Y por qué no se habla de ello en la tele?
_ Porque no interesa, como pasó con Islandia…
Tendría que empezar a plantearme irme con mi amiga.
El camarero se acercó con la cuenta. Un café cortado.
Pagué y sonreí a mi imagen reflejada en el ventanal. Me levanté y empecé a caminar hacia el país de mis sueños.
Es posible, me fui diciendo. Querer es poder ¿no es así?