Antonio Fernandez es el autor de este post. Antiguo militante destacado del PSOE con diversos cargos, explota y evoluciona con este articulo donde apuesta por EQUO, argumentando el porque
Ya lo venía yo advirtiendo reiteradamente, los partidos políticos progresistas españoles necesitan actualizarse. Estaban claramente «descolgados» de la realidad social española; nuestros ciudadanos ya no se conforman sólo con votar cada
cuatro años, exigen una vía de participación política más directa, efectiva e inmediata; precisan sentir una mayor y más cercana implicación personal en las decisiones fundamentales legislativas, en la gobernabilidad del país, al cabo. Es por ésto por lo que ahora, a marchas forzadas, dichos partidos intentan reformar sus Estatutos internos, ofrecen cierta apertura a la sociedad y a sus propios afiliados hasta ahora inédita.
El mayoritario partido de «izquierdas» hispano (PSOE), acaba de clausurar su «original» Conferencia Política precisamente obligado por esta circunstancia, sumada a la abochornante derrota electoral inmediatamente pretérita.
Entre la complicada y larga historia del PSOE se compilan variados y dramáticos episodios que vinieron a transformar, de arriba a abajo, los aparentemente sólidos cimientos ideológicos que su fundador, Pablo Iglesias, y continuadores, lucharon tanto por mantener.
del PSOE a EQUOP, evolucion
La mayor y más radical de las renuncias formales de su «sacrosanto» ideario fue promulgada, manipulada, argumentalmente tergiversada y finalmente conseguida por la traición de su entonces endiosado líder, Felipe González, acatando, obediente, las directas instrucciones de su padrino y protector, Willy Brandt (primero fue rechazada su propuesta: XXVII Congreso, Mayo/79, por lo que Felipe González presentó su dimisión … que aceptamos mayoritariamente. Para seguida y finalmente, en el anómalo y forzado Congreso Extraordinario de Septiembre del mismo año, asumirse la renuncia oficial al marxismo, convirtiéndose a partir de entonces el PSOE en un partido socialdemócrata, a imagen y semejanza del PSD alemán y volviendo a encumbrarse a Felipe González como Secretario General).
Ahora, tras las primicias informativas de los acuerdos a que han llegado al cierre de la referida inhabitual Conferencia política de este partido, he de reconocer como sorprendentemente positivos muy específicos y escasos capítulos, incluso diría que hasta valientes e innovadores.
Otros, los más sin embargo, atemperadamente sostenidos, tibios (como les es más cotidiano en el PSOE), incluso calificaría a algunos como realmente timoratos y desde luego claramente insuficientes y descorazonadores a la vista de la muy otra y más real y mayoritaria demanda ciudadana.
Aseguran ser el único partido capaz de parar a la derecha «desalmada». Dicen saber lo que la gente espera de ellos, prometen salir fuera y hacerlo. Prometen un antes y un después en sus próximas primarias para la historia política española.
Reconocen haberles costado treinta años pronunciar la palabra «federal», dicen no concebir ser socialistas sin ser también feministas, ecologistas y comprometidos con la laicidad.
Prometen derogar los acuerdos con la Santa Sede, cuando lleguen al poder. Quieren eximir a los jubilados y parados del pago del IRPF …»que paguen impuestos los que antes no pagaban»…
Su todavía actual Secretario General defiende los recursos públicos para crear empleo. Reconocen la necesidad de reconstruir el consenso y el diálogo social y político. Nos aclaran que la derecha pretende una sociedad desigual y reivindican su tradición cultural y política republicanas.
Nos explican que para facilitar la salida de la crisis hay que ganar las elecciones europeas. Proponen, de otro lado, que la religión (suponemos que católica) quede fuera del horario escolar y de todo el currículo educativo, a la vez que exigen blindar, constitucionalmente, la cobertura pública sanitaria.
Las Bases 2.020 han logrado introducir en el listado asumido para el programa oficial próximo del PSOE, la regulación del «escaño socialista» que permitiría a cualquier ciudadano conocer, de forma sencilla, el patrimonio de sus cargos públicos, así como una mayor transparencia al aceptar otra de sus propuestas: la posibilidad de presentación electrónica de avales para el proceso de primarias (evitando así lógicas críticas devenidas en las últimas elecciones andaluzas); exigiendo además «un militante, un voto.
Bien, pues se me ocurre a mí: ¿porqué no lo hicieron hasta ahora?. Oportunidades tuvieron de sobra.
Y a todo ello conviene recordar que toda esta significativa renovación para el PSOE, sorprendentemente, ya estaba en posesión y en uso cotidiano, incluso superado con creces por otro joven partido político español: EQUO, desde su fundación: año 2.011.
Hace escasos días, los afiliados y simpatizantes de Equo acaban de votar, YA, eligiendo con absoluta libertad individual y sin ningún tipo de influencia, a sus candidatos para las siguientes elecciones europeas.
La praxis interna y externa de Equo es totalmente horizontal. Desde luego un afiliado, pero también un simpatizante, igual a un voto.
Las cuentas de Equo son absolutamente transparentes, mantenidas en exclusividad por sus afiliados y reflejadas oficialmente de forma habitual y permanentemente al alcance del conocimiento de todos. En Equo no existen bases de partido, todos son iguales, con asunción voluntaria y democrática de cargos y funciones.
Equo no se sonroja al declararse oficial y abiertamente ecosocialista, republicano, federalista, laico; defensor de la equidad entre sexos, de la igualdad en derechos y obligaciones, de la sostenibilidad, de la economía del bien común, antinuclear y pacifista. Protector de lo social, de una educación y sanidad de calidad y públicas.
Concluyendo, la «impresionante» actualización del PSOE ya está sobradamente superada, desde hace dos años, por otro partido político progresista español denominado EQUO.
No obstante, me parece muy positivo que aunque de forma insuficiente, otros partidos del arco de la llamada izquierda se vayan acercando un poco más cada vez a las verdaderas necesidades de nuestros conciudadanos.
Harán algo más viable y connatural la posibilidad del cumplimiento de posibles puntuales compromisos interpartidos (causas comunes, no casas comunes), por otra parte tan necesarios para poder enfrentarse, con unas mínimas garantías, al incomprensible, agresivo y dramático empuje del neoliberalismo, nacional y también europeo.
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