Malos tiempos corren cuando la única solución que se plantean desde los que quieren ser portavoces de la mayoría social es la vuelta al pasado.
Hablando de la mal llamada crisis (que no es tal, si no simplemente una fase de este capitalismo-financiero que nos asola), algunos plantean como solución volver al estado anterior a la misma. Es decir, a una burbuja inmobiliaria, a un capitalismo no tan «agresivo» y menos lesivo, a un control político de las Cajas de Ahorro, a una privatización lenta y oculta de la sanidad -las famosas fundaciones-, a una educación volcada en los conciertos -mayoritariamente gestionados por empresas religiosas-, a un olvido del medio ambiente, a un postergar de la labor del estado, a una utilización torticera y mediática de los medios de comunicación en beneficio político-económico de unos pocos, … Y así podríamos seguir enumerando las innumerables tropelías cometidas en ese pasado idílico al que nos quieren retrotraer. Como si todo lo que estamos viviendo ahora no sea la consecuencia directa de lo anterior. Como si aquellos que nos trajeron hasta aquí no fueran igual de culpables que los que están gestionando la situación anterior. Como decíamos anteriormente, no estamos viviendo una cosa distinta de lo que vivíamos hace 15 años. Es una fase del mismo sistema depredador.
De todo eso nos acordamos cuando vemos por nuestra ciudad carteles como el siguiente:
Leyendo los mensajes de esta convocatoria, parece como si nuestro nefasto Alcalde hubiese sido impuesto por un ser divino. Parece que no nos acordamos que este señor que ni conocía ni era conocido en Alcorcón fue un paracaidista nombrado por su promotora Esperanza Aguirre para rendir esta «plaza roja» (más bien rosita clara) y que literalmente arrasó en las últimas elecciones municipales. Parece que todos aquellos que durante muchos años (y especialmente los últimos) tuvieron el poder no tienen responsabilidad alguna en esta situación.
Pero lo peor no es esto. Lo peor es ese llamamiento soterrado a volver a esa Itaca feliz. «Lo que el pueblo de Alcorcón construyó en 35 años …» Claro que Alcorcón ha construido mucho en 35 años. Faltaría más que después de venir de donde se venía no se hubiera construido algo. Otra cosa es cuánto hemos dejado de construir y que se ha construido sin contar con los vecinos. No hace falta echar mucho la vista atrás para darnos cuenta de todo lo que se ha construido o dejado de construir y que tenemos que seguir soportando: un CREAA a medio terminar construido con las plusvalías de un desarrollo urbanístico que podían haber tenido mejor fin y que ni tiene ni tenía sentido económico-cultural, unos planes desarrollistas-ladrillistas sobre el Ensanche Norte, unos poliderpotivos privatizados, un centro urbano en un proceso acelerado de degradación, unos colegios públicos infrautilizados y abandonados en su mantenimiento, una ciudad dormitorio a expensas de las migajas que nos de Madrid, unos carriles bicis que no incentivan el uso de la bicicleta como medio de transporte y que en su construcción se llegó a asfaltar en una zona de pinares, un estrangulamiento de la participación ciudadana en el gobierno municipal, unas escuelas infantiles gestionadas por empresas privadas que obtenían la concesión gracias a sus contactos, …
Siguiendo con la convocatoria, se nos reclama la defensa de los servicios públicos y hacer frente a los despidos. Para aquellos no muy informados sobre la materia, y de forma resumida, les situamos. El Ayuntamiento de Alcorcón ha sido admitido en el proyecto de «rescate» del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Una suerte de gran hermano económico que dicta las líneas maestras entre las que están el saneamiento de las cuentas mediante la reducción de los gastos. Claro está que no hay más gasto (inútil, añadirán algunos) que el de personal (¿por qué las nóminas del personal que trabaja en los servicios públicos es un gasto y no una inversión? O es que no es una inversión el salario de un profesor, de un médico, de un trabajador social, …). Así que puestos manos a la obra, el inefable Alcalde echó la vista atrás y recordó ese proceso de funcionarización que llevó a cabo el Partido Socialista justo antes de perder las elecciones.
Ese proceso de funcionarización fue llevado a cabo de una manera irregular, y no solo nos referimos en el tiempo en que se realizó -justo antes de las elecciones-. Tambien fue confuso entre los objetivos, trabajadores fijos pasaron a ser funcionarizados y los laborales temporales pasaron a ser funcionarios interinos, muchos de ellos tras haber pasado hace ya más de una década su correspondiente proceso de selección y sufriendo recortes salariales en este proceso mal llevado.
Si algo debe caracterizar a los funcionarios es que el mérito y la capacidad es la regla que debe medir su ingreso en la Administración Pública. Y ambos criterios se vulneraron en el proceso. No vamos a entrar aquí en detalles de esos exámenes planteados por los propios opositores y sobre materias que en nada tenían que ver con el puesto de trabajo o esos tribunales sin conocimiento alguno de la materia. Dejémoslo en que el Ayuntamiento no quiso hacer sangre con esos trabajadores interinos o laborales que llevaban prestando servicio por más de 20 años y que «tenían» unos derechos adquiridos. Y no nos entiendan mal. No estamos aquí defendiendo este proceso de revisión de la funcionarización que quiere llevar a cabo el actual gobierno. Pero tampoco podemos dejar de recordar que los únicos responsables de que durante muchos años existieran interinos o laborables ocupando plazas que debían ser ocupadas por funcionarios son los propios responsables políticos, que utilizan, utilizaron y utilizarán el derecho al trabajo como un arma arrojadiza en sus luchas políticas. Mientras que tienes a personal interino trabajando en los servicios públicos, tienes unos trabajadores acobardados ante el poder político, no pudiendo ejercer la labor a la que un funcionario está llamado, y que es la de la objetividad y el servicio público, por no decir, la de anteponer los intereses del Ayuntamiento a los del político de turno. Un funcionario puede decir con toda la tranquilidad que le da su nombramiento que ciertos actos no los hace por mucho que el político de turno se empeñe. Un interino hace lo que sea por conservar su puesto de trabajo. Por eso no quieren (ni estos ni aquellos) funcionarios, para poder despacharse a sus anchas sin control y manejar los recursos públicos a su libre antojo.
Por eso, no podemos ni obviar lo que está pasando, ni dejar de recordar lo que pasó. Claro que estamos con los servicios públicos. Y claro que estamos contra los despidos. Pero señores, cuando se pongan delante de la pancarta aquellos (algunos, otros ni siquiera se atreven a venir al pueblo que gobernaron, algo que nos debe hacer reflexionar sobre su actividad, su legado y su compromiso) que generaron el polvo que ha traído estos lodos, no olvidemos que nuestra lucha, la de Alcorcón, no se para en volver a la situación de 2012. Ya no nos vuelven a engañar. Ahora queremos ser nosotros los que administremos nuestro pueblo. Sin intermediarios. No los necesitamos. Y les recordaremos que no queremos volver al pasado. Lo que queremos es generar otro futuro. Un futuro donde nuestros hijos encuentren una ciudad amable, volcada hacia sus necesidades y sobre todo, donde la gente pueda decidir que es lo que quiere hacer con ella. El futuro está en la implicación ciudadana en el gobierno de lo público. No necesitamos a nadie que no traduzca ni interprete. A nadie que nos oiga o escuche (que ya no sabe uno que es cada cosa). Lo que necesitamos es que nuestra voz sea la que ordena.
Por todo ello, estamos el 23-F en las calles de Alcorcón. Pero también el 24 y el 25. Nuestro compromiso va más allá de estas luchas partidistas que se desactivan en cuanto se huele la moqueta del salón de plenos. Nuestro compromiso es el de conseguir un Alcorcón donde el futuro se decida entre todos y en las calles.